Un error de concepto dejó a España en una situación angustiosa , por inesperada y porque ahora corre el riesgo de que se inflame el viejo fatalismo español, que ya parecía desterrado. En el peor momento, la selección interpretó mal para qué sirve el gobierno del balón, se regodeó con exceso, le pudo la retórica y solo un atropellado tanto suizo la tiró de la hamaca. Entonces, con urgencias, ya sin la pausa que la distingue, no encontró respuestas y se impuso el azar. El equipo de Del Bosque estuvo a un centímetro del gol, Suiza, también. España, que se abanicó durante casi una hora con la pelota, pero sin picante, sin chispa, propició la ruleta. Gelson Fernandes hizo bingo; lo demás fue cosa de la montonera de sus compañeros junto a la trinchera de Benaglio, su portero.
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